jueves, 5 de noviembre de 2015

De la tolerancia… y sus sombras!

Ha de ser una virtud, sin duda alguna, aquella donde la persona pueda anteponer la razón de saberse ignorante en muchos temas y no discutir acerca de los mismos, utilizando ideas  dogmáticas importadas, repitiéndolas como autómatas sin entendimiento, sin haber utilizado un razonamiento propio, estudiado y realista a la actualidad del entorno donde se suscitan dichos temas.

Lo difícil, es saber callar, pensar, informarse y razonar acerca del tema, ver de qué forma me afecta a mí o a otros y luego de todo ello, tomar un posición, o bien ninguna (hay cosas que realmente no nos deben de importar).
En cuestión de sexualidad, diversidad sexual, religión y política hay y habrán posiciones diversas y encontradas siempre, ¿por qué entonces no buscar convergencias en lugar de divergencias?, simple… siempre habrán personas con pensamientos radicales que no permiten la apertura a la discusión, o bien no aceptarán nunca diferentes argumentos o pensamientos que atenten contra el dogma.

Hablando por ejemplo de la religión, decía hace unos años un sacerdote de nombre Fernando (no recuerdo su apellido): “el problema de la religión, no es la religión como tal, son los fanáticos religiosos, aquellos que dogmatizaban las ideas sobre la razón”.
Lo anterior aplica para todos los pensamientos (o casi todos), el fanático o radical (que desde mi punto de vista y con todo respeto es lo mismo) no es capaz de ver más allá de lo que el dogma dice y no tolera lo que atente contra su posición, sea cual sea ésta.

Es entonces la tolerancia lo que nos acerca más a nuestra naturaleza de seres humanos racionales, porque al respetar y conceder la opinión de terceros, por más diversa  y alejada que sea de la nuestra, nos hacemos un lugar propio en el pensamiento y razonamiento de ellos mismos.

Yo creo que sólo el abuso y el maltrato se salen de lo racional, por lo tanto no se combaten con indiferencia y mucho menos con tolerancia, el maltrato y el abuso no se puede tolerar, porque sea directa o indirectamente, ambos atentan contra la integridad de los seres humanos.
Puesto que yo soy imperfecto y necesito la tolerancia y la bondad de los demás, también he de tolerar los defectos del mundo hasta que pueda encontrar el secreto que me permita ponerles remedio.” Mahatma Gandhi (1869-1948)